domingo, 31 de enero de 2016

...Ella

Y un día el mundo se detuvo, ella ya no respiró mas. El aire dejo de existir.
A la mañana siguiente el sol salió de nuevo. Ella se levantó como un ser sin alma ni razón.
El día pasaba como cualquier otro, ella solo atinaba a llorar.
El simple paso de un carro frente a sus ojos le provocaba un dolor inmenso.
Sólo sufría en el día a día.
Es tan difícil entender lo que sentía con el simple hecho de respirar.
Y así de sencillo ella dejó de luchar y solo se movía conforme la llevaba el viento.
El dolor del hambre desapareció y se cambio por el dolor que le daba el comer.
Quería sacarse los ojos con una cuchara.
Arrancar cada cabello de su cabeza uno a uno.
Desprenderse de sus uñas a mordidas.
Y sobre todo quitarse el corazón podrido y pisarlo hasta que fuera solo una masa mas sobre el piso.
La soledad la mataba.
La certeza de su destino la atormentaba.
Vacía por dentro y por fuera sus piernas temblaban a cada paso asustado que daba.
El miedo de todo y de nada estaba volviéndola loca.
Y un día llegó la noche, tan temible como el día mismo.
El silencio martillaba sus pensamientos.
Dormir era una hazaña por la que luchaba bajo la luna.
Cuando llegaban, los sueños la traicionaban y estos eran felices.
Nada mas que un trago amargo en el momento que despertaba.
Y llorar era de nuevo su alivio para sacar esos pensamientos buenos que no serán otra vez.
Su mente no está en ninguna parte.
Pensar no es bueno para ella.
Ser no es bueno para ella.
Por el momento, nada es bueno para ella.











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