Es que en las
primeras palabras que cruzamos me dijiste algo lindo que tintineó en mi mente,
ahora no puedes salir de ella. Siempre oyendo hablar de ti, tan lejos e
inalcanzable, me parece mentira que ahora podamos estar juntos.
La tarde
era fría y yo te esperaba esa primer vez con un nudo en el estomago, las
mariposas típicas de la ocasión, con una constante revisión de que el celular
tuviera señal, que no se fuera a perder alguna llamada, validando el volumen.
Llegaste y Salí
con una naturalidad, como todas aquellas veces en que cerraba la puerta para
salir con un amigo mas, no esperaba de esa noche nada, nada más que pasármela
muy bien contigo.
Pero la plática
fue por demás exquisita, hablamos de tantas cosas, historias graciosas, fuimos
mas allá de sólo el clima, me escribiste y dibujabas cosas en una servilleta, vi
que tu letra era especial y me gustó.
Por error o
premeditado, rozaste mi mano varias veces, me derretía cuando te sentía.
Y creo que
esa noche ambos nos conectamos, yo ya no quise saber del mundo, el mundo estaba
ya en ti y sabía que me serias suficiente.
Nuestro primer
beso llegó bastantes citas después, creo que fue a la doceava, ya no era error
que tocaras mis manos, y de pronto, tus grandes manos sostenían las mías y me
ibas a decir algo al oído pero no te entendí, te reíste y me jalaste para
repetirlo pero en vez de eso obtuve un indescriptible beso, nuestro primero
beso. Si fue mi respuesta a el querer ser tu novia, como no hacerlo si ahora le
agregábamos ese embriagante sabor tuyo.
Me gusta
tomar el café contigo, hoy, después de tantos años, sentarnos en un lugar
transitado y ver pasar a la gente, inventarles historias e inventarlas con
nosotros en ellas.
Me encantas
tu conmigo y me siento feliz!
Reírnos por
todo y nada siempre, crecer en los dos en uno.
Si, me
haces sentir todo lo bien que puedo ofrecer, y se que de ti también tengo lo
mejor.
Que bonitos
estos días en los que estas conmigo, que bonitos son ya todos mis días.
A7